¿Quién está detrás de Vito Quiles y su gira por las universidades? ¿Empresarios, partidos políticos, o simplemente miles de personas que se cansaron de callar?
La pregunta la repite la izquierda con la obsesión de un mantra. La respuesta, sin embargo, no encaja en su relato.
“No me paga ni Vox, ni el PP, ni el CNI”
Durante su entrevista con La Bandera, el periodista fue tajante:
“No me financia ningún partido. Me ayudan empresarios libres que creen en España. Ojalá me pagaran los partidos, porque me ahorraría muchos problemas.”
Lo dice con una mezcla de ironía y hartazgo. Quiles lleva semanas recibiendo ataques desde cuentas afines al Gobierno, tertulias de TVE y perfiles de izquierda radical que lo acusan de ser “un títere de la ultraderecha”.
Pero la realidad es más incómoda: no depende de ningún aparato político, y eso lo hace mucho más peligroso.
Una gira autofinanciada y viral
La gira universitaria de Vito no tiene subvenciones, ni contratos públicos, ni patrocinios oficiales. Nació con donaciones privadas de simpatizantes y pequeños empresarios que decidieron apoyar su proyecto tras los primeros vetos universitarios.
Cada acto cuesta dinero: desplazamientos, seguridad, permisos, equipo técnico… y aun así, sigue adelante con una organización mínima.
“No tengo estructura, ni partido, ni fundación. Tengo gente que pone 20, 50 o 100 euros porque quiere que se escuche otra voz en las universidades.”
Esa red de microfinanciación espontánea —similar a lo que hacen los creadores políticos independientes en EE. UU.— se ha convertido en la gasolina de un fenómeno que ni la censura ni los titulares hostiles han podido frenar.
La izquierda no soporta lo que no controla
Lo que realmente irrita al poder no es el dinero, sino la independencia. Porque si Quiles perteneciera a Vox o al PP, la narrativa sería cómoda: “otro agitador de partido”.
Pero al no depender de nadie, su mensaje no tiene dueño.
“Les molesta que un chaval con un micro y una cámara tenga más impacto que los medios que pagamos entre todos”, dijo Vito.
En otras palabras: el problema no es quién lo financia, sino que no pueden cortarle el grifo.
Empresarios anónimos, no políticos
Según fuentes cercanas a la organización de la gira, el apoyo proviene de empresarios del sector privado, en su mayoría autónomos, emprendedores y pequeños inversores que “están hartos del clima de censura”.
Muchos prefieren mantener el anonimato para evitar represalias fiscales o mediáticas, un detalle que dice más sobre España que cualquier rueda de prensa.
“En este país te arruinas antes por apoyar una causa que por robar un ministerio”, ironizó uno de ellos.
“Mi único patrocinador es el público”
La estrategia de Quiles se apoya también en sus seguidores en redes, que donan directamente a través de plataformas digitales.
Cada ciudad, cada acto, cada viaje, se financia gracias a esas pequeñas aportaciones.
“Mi único patrocinador es el público. Esa es la diferencia entre la prensa libre y la subvencionada.”
Un modelo que choca con el ecosistema mediático español, acostumbrado a subvenciones, publicidad institucional y contratos con Moncloa.
Más libertad, menos favores
Vito lo resume con una frase que ya se ha hecho viral:
“Prefiero ser pobre y libre que rico y domesticado.”
Mientras los grandes medios debaten sobre si su gira es “un peligro” o “una moda”, el periodista sigue llenando plazas y portadas. Y lo hace sin padrinos, sin siglas y sin pedir permiso.








