La suerte se ha quedado vieja. El Gordo de Navidad, ese ritual que cada diciembre une a medio país frente al televisor y reparte millones entre lágrimas, cava y abrazos, vale hoy mucho menos que hace 14 años.
El premio estrella de la Lotería de Navidad sigue anclado en los 400.000 euros por décimo desde 2011, mientras que la vida se ha encarecido un 26%.
El resultado: un Gordo cada vez más flaco.
Catorce años congelado: la ilusión ya no compensa
Desde hace más de una década, el premio no se ha movido ni un euro. El último aumento fue en 2011, cuando el Gordo pasó de 300.000 a 400.000 euros por décimo.
Desde entonces, el precio del décimo (20 euros) tampoco ha cambiado, a pesar de que los costes de vida, luz, combustible y personal sí lo han hecho.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la inflación acumulada desde entonces ha devorado parte del premio: los 400.000 euros de 2011 equivaldrían hoy a unos 500.000.
En otras palabras: quien gane hoy el Gordo cobrará un 26% menos de lo que valía hace 14 años.
Los loteros se plantan: “No podemos seguir vendiendo ilusión a precio de saldo”
La Agrupación Nacional de Asociaciones Provinciales de Administradores de Lotería (Anapal) ha dicho basta. El gremio de los loteros exige actualizar el premio y el precio del décimo para adaptarlos a la realidad económica actual.
“El Gordo lleva congelado más de una década mientras la vida no para de subir. No podemos seguir vendiendo ilusión a precio de saldo”,
denuncian desde la agrupación.
Anapal propone que el premio suba a 500.000 euros por décimo y que el precio del billete pase de 20 a 25 euros, la primera subida en más de 20 años.
La paradoja: todo sube… menos la suerte
Mientras el litro de gasolina supera los 1,60€, la luz cuesta el doble que hace diez años y un café en Madrid ya roza los 2€, el Gordo sigue igual.
Si se aplicara la inflación acumulada desde 2002, cuando el décimo pasó por última vez de 15 a 20 euros, hoy debería costar unos 33 euros.
Y, en proporción, el premio debería situarse en torno a medio millón de euros por décimo.
Pero no ha ocurrido. El resultado es que los españoles pagan más por todo… excepto por la ilusión de ganar.
Los loteros, en números rojos
El informe Radiografía del sector en España, presentado por Anapal, pinta un panorama preocupante:
- El 67% de las administraciones obtiene entre el 40% y el 80% de sus ventas anuales en el sorteo de Navidad.
- Más de la mitad de las administraciones ha visto caer sus ingresos en los últimos años.
- Las campañas navideñas exigen más personal, más horas y más gastos, sin una compensación proporcional.
“Loterías y Apuestas del Estado presume de récords de recaudación, pero los loteros se están quedando atrás”, advierten desde el sector.
Una tradición que pierde peso (y valor)
El Sorteo Extraordinario de Navidad es el más importante del año para el Estado: mueve más de 3.000 millones de euros en ventas y reparte más de 2.500 millones en premios.
Pero la realidad es que la ilusión vale menos cada año. La inflación ha convertido el “Gordo” en un premio en los huesos, que ya no cambia vidas como antes.
El golpe de suerte que antes pagaba una casa, ahora apenas cubre una hipoteca y un coche. Y muchos jugadores habituales lo saben.
“Antes con el Gordo te jubilabas. Hoy te da para tapar agujeros”,
confiesa un veterano comprador en la cola de Doña Manolita.
Aún así, la ilusión resiste
Pese a todo, las colas frente a las administraciones más míticas, como Doña Manolita en Madrid o La Bruixa d’Or en Lleida, vuelven a crecer.
La tradición puede flaquear en el valor del premio, pero no en el deseo colectivo de creer en la suerte.
El 22 de diciembre volveremos a escuchar el canto de los niños de San Ildefonso, los décimos volverán a cruzar el país y alguien, en algún rincón de España, volverá a gritar que le ha tocado.
Aunque, esta vez, ese grito valdrá un poco menos.








