La escena es tan absurda como indignante. En pleno 2025, varios agentes de la Guardia Civil destinados en Cuenca se ven obligados a dormir con abrigo y calentar cubos de agua para poder asearse. Sin calefacción, sin agua caliente y rodeados de humedad, denuncian vivir en condiciones que ellos mismos califican de “insalubres y vergonzosas”.
Frío, moho y silencio oficial
Los cuarteles de Campillo de Altobuey y Priego acumulan meses de quejas, informes y promesas incumplidas.
Según la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC), el deterioro afecta tanto a las dependencias operativas como a las viviendas familiares.
En Priego, el caso roza lo grotesco: la calefacción geotérmica nunca llegó a funcionar, pese a que la obra de reforma costó más de un millón de euros. Hoy, los agentes y sus familias sobreviven con radiadores eléctricos y mantas, mientras el sistema sigue averiado.
“Hay pabellones sin agua caliente y familias que dependen de los vecinos para ducharse. En invierno, el frío es insoportable”, explica un portavoz de la AUGC.

Un cuartel reformado… que sigue siendo inhabitable
La reforma del cuartel de Priego, vendida como “modelo de eficiencia energética”, se ha convertido en un símbolo de despilfarro e incompetencia.
Los agentes aseguran que la inversión millonaria no ha resuelto ninguno de los problemas estructurales: los desagües colapsan con la lluvia, el patio se inunda y el agua se filtra hasta las plantas inferiores.
A pocos kilómetros, en Campillo de Altobuey, el panorama no es mejor. Las paredes rezuman humedad, el moho se extiende por los techos y los residentes sufren bronquitis, alergias y afecciones respiratorias.
“Trabajamos para proteger a los demás, pero nadie nos protege a nosotros”
El contraste es tan brutal como simbólico: los agentes encargados de velar por la seguridad de los ciudadanos no tienen garantizadas condiciones dignas ni para dormir ni para bañarse.
“Muchos compañeros se enferman y siguen trabajando porque no tienen alternativa. Esto no es solo una cuestión de comodidad, sino de salud y dignidad”, denuncia otro miembro de la AUGC.
La asociación reclama una intervención urgente del Ministerio del Interior y de la Comandancia de Cuenca. Consideran “inaceptable” que familias con niños pequeños vivan en estas condiciones, y exigen una auditoría independiente sobre la gestión de las obras.
Un mal que se repite: cuarteles en ruinas por toda España
Lo ocurrido en Cuenca no es un caso aislado. En los últimos años, la AUGC ha denunciado el estado ruinoso de numerosos acuartelamientos en provincias como Ciudad Real, Toledo o Albacete.
Techos que se caen, instalaciones eléctricas obsoletas, humedades y calefacciones inoperativas forman parte del día a día de cientos de agentes.
Pese a las quejas y los informes, las soluciones llegan —si llegan— con años de retraso, y casi siempre después de que la situación se haga pública.
El silencio de Interior y la paciencia agotada
Desde el Ministerio del Interior, por el momento, no hay respuesta oficial. Tampoco desde la Comandancia de Cuenca. La AUGC asegura que lleva meses enviando escritos y fotografías que documentan el deterioro, sin obtener una respuesta concreta.
Mientras tanto, los agentes siguen aguantando.
“No pedimos lujos, pedimos poder ducharnos con agua caliente y que nuestros hijos no enfermen de humedad”, sentencia un guardia civil destinado en Campillo de Altobuey.
La dignidad también se defiende en casa
Lo que comenzó como una queja interna se ha convertido ya en una denuncia pública que golpea de lleno a Interior.
En un cuerpo con más de 80.000 efectivos, donde la disciplina y el silencio han sido norma, los agentes comienzan a alzar la voz. Y esta vez, no piden reconocimiento, sino condiciones mínimas de vida.
Porque si hay algo que resulta inaceptable, es que quienes protegen a los demás tengan que calentar cubos de agua para poder ducharse.








