Entrega sin cámaras y bajo vigilancia judicial
Juana Rivas ha entregado finalmente a su hijo menor a su exmarido, el italiano Francesco Arcuri, cumpliendo la orden de los tribunales tanto italianos como españoles. La entrega se ha producido en secreto, sin medios de comunicación, y bajo una estricta supervisión judicial, con el objetivo de preservar la privacidad del menor y evitar escenas mediáticas como las vividas días atrás.
El acto tuvo lugar en la Sala Gesell del complejo judicial de La Caleta, en presencia de un equipo técnico especializado —psicólogos, trabajadoras sociales y personal judicial— encargado de garantizar el menor impacto emocional posible para el niño.
La clave: el juez rechaza medidas cautelares pedidas por el hijo mayor
Este paso no se habría producido de no ser por una decisión clave tomada pocas horas antes: el juez rechazó las medidas cautelares solicitadas por el hijo mayor de Rivas, de 19 años, que intentó impedir que su hermano regresara con el padre. El juez, con el aval de la Fiscalía, consideró que no había fundamentos para retener al niño en España.
Durante el tiempo de espera, Juana Rivas permaneció con su hijo y con el equipo psicológico. Cuando la resolución fue firme, la madre se despidió del niño y abandonó las dependencias judiciales. Pocos minutos después, el menor se reencontraba con su padre.
Un caso que arrastra casi una década de tensión judicial y mediática
El conflicto comenzó en 2017, cuando Juana Rivas abandonó Italia con sus dos hijos sin el consentimiento del padre y se instaló en España, acusando a Francesco Arcuri de malos tratos. La Justicia, tanto en Italia como en España, determinó que no existía base suficiente para esas acusaciones y ordenó la restitución inmediata de los menores.
Rivas fue finalmente condenada por sustracción de menores a cinco años de prisión, aunque el Gobierno de Pedro Sánchez la indultó parcialmente, rebajando la pena a poco más de un año conmutable por trabajos comunitarios.
Desde entonces, cada paso del caso ha estado rodeado de tensiones jurídicas, campañas mediáticas, movilizaciones sociales y decisiones contradictorias entre los tribunales de ambos países.
La imputación actual: una nueva sustracción
El regreso del menor a Italia no pone fin al proceso. Juana Rivas ha sido imputada por una nueva sustracción de menores, al no devolver al niño tras las vacaciones de Navidad en enero de 2025, como dictaba la sentencia vigente.
Además, el hijo mayor ha denunciado a su padre, lo que complica aún más la situación. Aunque la Justicia española ha rechazado por ahora tomar medidas cautelares, el caso se trasladará a los tribunales italianos, donde está previsto un nuevo juicio en septiembre por presunto maltrato.
Dos versiones enfrentadas
El caso Juana Rivas ha polarizado a la sociedad española. Para unos, ella es una madre coraje que huye de un maltratador; para otros, una mujer que ha instrumentalizado el sufrimiento de sus hijos y desafiado sistemáticamente las decisiones judiciales.
El abogado de Arcuri asegura que su cliente ha ganado todos los procedimientos judiciales tanto en España como en Italia. Por su parte, la defensa de Rivas afirma que aún hay causas abiertas y que en septiembre podría haber novedades relevantes en los tribunales italianos.
El menor: víctima de una guerra sin fin
En medio de todo esto, el menor vuelve a Italia. Lo hace bajo custodia judicial, tras una despedida fría pero controlada, sin escenas de escándalo. Un paso necesario, según la Justicia. Una pérdida emocional para la madre, según su entorno.
¿Fin de un capítulo o inicio de otro conflicto?
La entrega del niño no cierra el caso. Lejos de terminar, la batalla judicial sigue viva. Con una madre imputada, un padre denunciado y dos sistemas judiciales enfrentados, el caso Rivas-Arcuri sigue siendo uno de los más polémicos y prolongados de la justicia familiar en Europa.
Y de fondo, la gran pregunta: ¿Quién protege de verdad a los menores cuando la ley y las emociones tiran en direcciones opuestas?








