Los datos contradicen el discurso triunfalista del gobierno
La pobreza infantil en España ha escalado a su cifra más alta de la última década. Según el indicador europeo AROPE, un 34,7% de los menores de 16 años vive en riesgo de pobreza o exclusión social, el porcentaje más elevado desde 2015. Un dato que contrasta con el crecimiento económico de los últimos años y que evidencia la fragilidad de muchos hogares con hijos.
El análisis apunta a causas profundas: la situación económica de las familias con menores, la brecha entre población española y extranjera, y un modelo de ayudas públicas que deja atrás a quienes más las necesitan.
Un patrón atípico en Europa: la pobreza crece solo entre los niños
Los datos muestran un escenario inquietante: mientras la pobreza disminuye en el resto de grupos de edad, solo aumenta entre los menores, y lo hace con una intensidad extraordinaria en comparación con otros países europeos. España se desmarca del resto de la UE por un fenómeno poco común: las familias con hijos sufren más carencias materiales y sociales que otros colectivos, algo que no ocurre en la mayoría de países europeos.
A este desequilibrio se suma una brecha creciente entre hogares españoles y extranjeros. Con la natalidad por los suelos entre las españolas (1,1 hijos por mujer), los hogares con niños están cada vez más formados por población extranjera, un grupo especialmente vulnerable en términos laborales y económicos.
El auge económico ya no reduce la pobreza
Durante los años de expansión económica de principios de los 2000, el crecimiento reducía la pobreza. Hoy, esa relación se ha roto. España lidera la clasificación europea de hogares con hijos en situación de privación severa, un dato inédito: estas familias resultan incluso más pobres que los jubilados, según los indicadores de bienestar subjetivo.
La pobreza material de una familia con dos adultos e hijos supera en 4,2 puntos a la de un hogar formado por un adulto mayor de 65 años. En la UE ocurre lo contrario: son los mayores quienes presentan más carencias.
La profesora de la UNED y directora de estudios sociales de Funcas, María Miyar, resume el fenómeno:
«La tasa de pobreza en hogares con menores es mucho más alta de lo esperable. Llama la atención que, aun contando con dos progenitores, registren niveles tan elevados».
Las raíces del problema: composición familiar, salarios y vivienda
Tres factores se combinan para explicar este aumento de la pobreza infantil:
1. Mayor vulnerabilidad entre la población extranjera
El 16,6% de los adultos nacidos fuera de España sufre privación material y social grave, frente al 5,6% de los nacidos en el país. La presencia de población extranjera es mucho mayor en las edades en las que se suelen tener hijos, lo que incrementa la exposición a la pobreza infantil.
2. Salarios que no recuperan poder adquisitivo
Mientras las pensiones se actualizan conforme a la inflación, los salarios no han recuperado la pérdida acumulada desde la crisis inflacionaria de 2021. Además, muchos trabajadores extranjeros siguen concentrados en empleos de baja remuneración.
3. El precio de la vivienda
Los mayores suelen ser propietarios, mientras que las familias jóvenes —y especialmente aquellas sin apoyo familiar en España— se ven obligadas a destinar una parte desproporcionada de sus ingresos al alquiler. Esto explica por qué más empleo ya no significa menos pobreza.
Cáritas alerta de una fragmentación social creciente, donde el crecimiento económico no consigue mejorar las condiciones reales de vida de las familias.
España, a la cola de Europa en ayudas a familias e infancia
Otra de las debilidades del país es su escaso apoyo público a las familias con menores. Eurostat sitúa a España dedicando solo el 1% del PIB a prestaciones familiares, frente al 1,9% de la media europea.
En contraste, el gasto en pensiones (10,2%) está prácticamente alineado con Europa (10,4%). Esto deja clara la desigual prioridad en las políticas públicas: los hogares con niños reciben mucha menos protección.
Las ayudas contra la exclusión, como el Ingreso Mínimo Vital, han aumentado hasta el 0,7% del PIB. Sin embargo, el complemento por infancia sigue sin llegar a la mayoría de quienes lo necesitan: el non take up ronda el 72%, según la AIReF.
Expertos señalan causas estructurales
Los economistas coinciden en que no se trata solo de mejorar la gestión de las ayudas, sino de abordar problemas profundos del sistema económico y laboral.
Baja productividad: Miyar señala que España no logra elevar la productividad, lo que impide aumentar salarios de forma sostenida.
Escasa redistribución: Miguel Ángel Malo, profesor de la Universidad de Salamanca, recuerda que España es uno de los países que menos reduce la desigualdad a través de impuestos y transferencias: apenas un 2,8%.
Salario mínimo insuficiente: La asesora de la Agencia Tributaria, Milagros Paniagua, considera que el SMI es útil, pero insuficiente si gran parte del sueldo se destina al alquiler. Además, no está diseñado para combatir la pobreza infantil.
Para aliviar la situación, Miyar propone reducir las cargas a los empleadores en los tramos salariales más bajos, facilitando que quienes trabajan pocas horas accedan a empleos con mayor jornada y estabilidad.








