El Gobierno ocultó el delito de atentado contra los agentes del pasado día 11 y, una vez descubierto, alega problemas mentales del agresor para descartar el yihadismo
Nueva atribución automática de «problemas mentales» a un delito de atentado contra la autoridad al grito de la consigna islamista, «Alá es grande». Un marroquí se abalanzó armado con un arma blanca contra agentes de la Policía Nacional el pasado 11 de diciembre en el aparcamiento subterráneo del Mercado de Verónicas, una zona comercial de Murcia con gran afluencia de personas y lo tuvieron que reducir a tiros.
Todo comenzó cuando el guardia de seguridad del parking detectó al hombre con una actitud agresiva y alertó a la Policía Municipal, que tras evaluar la situación solicitó la intervención de una patrulla de la Policía Nacional. Al acercarse los agentes, el magrebí corrió hacia ellos armado con unas tijeras mientras repetía varias veces “Allahu akbar”.
Ante el peligro inminente de apuñalamiento, uno de los policías disparó en una pierna para neutralizarlo, haciendo que cayera al suelo de inmediato. Los agentes le retiraron el arma improvisada y le aplicaron un torniquete para detener la hemorragia del impacto de bala, antes de trasladarlo al Hospital Reina Sofía de Murcia.
Ni Interior, ni la Dirección General de la Policía Nacional, ni la Delegación del Gobierno en la Región de Murcia han emitido información oficial sobre el ataque, a pesar de su gravedad y del nivel 4 de alerta antiterrorista vigente en España en esas fechas, afea El Confidencial.
Investigación y silencio oficial sobre el ataque
Fuentes policiales confirmaron al citado medio los detalles del ataque, pero insisten en que la investigación se centra exclusivamente en la hipótesis de un trastorno mental del marroquí, por lo que el caso lo llevan efectivos de Policía Judicial y no los especializados en antiterrorismo.
El suceso se produjo en un contexto de alta vigilancia por posibles amenazas durante el periodo navideño. Sin embargo, las autoridades mantienen que no existe indicio de motivación terrorista en un sujeto armado que ataca a la Policía chillando consignas yihadistas, como si no pudieran coexistir el radicalismo islámico y la patología mental tras cada fanático que perpetra un sangriento atentado.
No es la primera vez que un Gobierno autodefinido como ‘progresista’ y ‘tolerante’ alega supuestos problemas psiquiátricos de un atacante musulmán para descartar la inspiración islamista de un atentado que podría haberse evitado revertiendo el descontrol migratorio.












