La población inmigrante representa menos del 7% del total a pesar de cometer más de la mitad de los hechos delictivos
Alemania enfrenta un aumento significativo de la violencia en sus estaciones de tren, una situación que evidencia la creciente inseguridad en el transporte público y su estrecha relación con la inmigración masiva. Los últimos informes policiales muestran un deterioro acelerado de la seguridad, con varias estaciones convirtiéndose en espacios donde muchos ciudadanos ya no se sienten seguros.
Según datos oficiales, la violencia en la estación central de Berlín se ha triplicado desde 2019, mientras que en Colonia ha registrado un incremento del 70%. Ciudades como Duisburgo, Hamburgo, Frankfurt y Leipzig muestran patrones similares. Jens Spahn, político de la CDU, declaró al diario Bild que basta observar cualquier estación principal para detectar «negligencia, tráfico de drogas y grupos de jóvenes, mayoritariamente de origen migrante», un reconocimiento que contradice años de negación institucional.
Estadísticas que reflejan la gravedad de la situación
Los datos son reveladores: los delitos violentos en estaciones alemanas pasaron de 25.640 en 2023 a 27.160 en 2024, mientras que los crímenes sexuales aumentaron de 1.898 a 2.262. Los daños a la propiedad también muestran un crecimiento preocupante. Estudios previos indican que los extranjeros son responsables del 59% de los delitos sexuales en trenes y estaciones, con un notable aumento de los delitos graves desde 2019.
El diputado del AfD Martin Hess afirmó que «las estaciones, antes consideradas espacios seguros, se están convirtiendo en zonas prohibidas para muchos ciudadanos». También destacó que los extranjeros están sobrerrepresentados en prácticamente todas las categorías delictivas, incluyendo violencia, robos, agresiones sexuales y tráfico de drogas.
Casos extremos: el ejemplo de Sajonia
Sajonia refleja de manera clara la magnitud del problema: aunque solo el 8% de su población es extranjera, los extranjeros cometen el 50% de los delitos en estaciones. El diputado Matthias Rentzsch presentó cifras preocupantes: delitos violentos +42%, delitos sexuales +15%, y delitos con armas +87%. Algunas estaciones registraron incrementos dramáticos: 212% en Chemnitz, 100% en Bischofswerda y 57% en Leipzig.
La respuesta del gobierno alemán
Frente a esta situación, el Gobierno alemán ha optado por medidas de vigilancia y control, evitando hablar de deportaciones masivas. El ministro del Interior, Dobrindt, ha implementado prohibiciones de armas blancas en transporte público y ha reforzado la vigilancia con cámaras equipadas con inteligencia artificial. Por ejemplo, Múnich cuenta ya con 200 cámaras en estaciones, mientras que Berlín ha extendido la prohibición de armas a metro, trenes de cercanías, autobuses y tranvías.
A pesar de estas medidas, la violencia continúa aumentando, ya que los delincuentes rara vez son expulsados y, en muchos casos, las sanciones no son efectivas. Esto genera un panorama donde los espacios públicos se reducen para los ciudadanos mientras crece la presencia de grupos de jóvenes extranjeros en áreas clave de transporte y ocio. La respuesta oficial se limita a cámaras, sensores y patrullas, sin abordar la raíz del problema: una inmigración masiva que ha superado la capacidad policial, judicial y social de Alemania.







