Son casi dos millones de euros que salen del bolsillo de los contribuyentes
España alberga actualmente a 968.999 ciudadanos de origen marroquí, el grupo extranjero más numeroso del país, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En este contexto se desarrolla el Programa de Lengua Árabe y Cultura Marroquí (PLACM), implantado progresivamente en centros educativos españoles gracias a un acuerdo bilateral entre España y Marruecos. Aunque Rabat controla íntegramente los contenidos y la selección del profesorado, el coste de los materiales empleados en las aulas recae sobre los contribuyentes españoles.
Libros financiados por la Fundación Pluralismo y Convivencia
Los manuales utilizados en este programa, publicados bajo el título “Descubrir el Islam”, se financian a través de la Fundación Pluralismo y Convivencia, creada en 2005 durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Esta entidad asegura que su misión es apoyar iniciativas culturales y educativas de confesiones religiosas no católicas asentadas en España. Sin embargo, en la práctica, actúa como el organismo que asume el gasto de los libros de texto utilizados en el programa educativo marroquí.
Un presupuesto anual de dos millones de euros
Según los Estatutos de la fundación, la presidencia del Patronato corresponde al ministro de la Presidencia y Relaciones con las Cortes, cargo que actualmente ocupa Félix Bolaños, también ministro de Justicia desde 2023. Desde esta institución se administra un presupuesto anual cercano a dos millones de euros, del cual se destina una parte a sufragar los materiales escolares empleados para enseñar cultura y lengua marroquí en centros públicos españoles.
España paga, Marruecos decide
Mientras Marruecos mantiene el control absoluto sobre los contenidos educativos y el personal docente, España asume el coste económico del programa. Algunas comunidades autónomas —como Madrid o Murcia— han optado por retirar esta asignatura de su oferta educativa, mientras que en otras regiones continúa vigente.
La situación genera una paradoja evidente: el Gobierno marroquí decide qué se enseña, pero la factura la pagan los ciudadanos españoles, a través de una fundación impulsada en su día por el PSOE y hoy dirigida por uno de los ministros con mayor peso dentro del Ejecutivo.











