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Marcas canceladas por la agenda woke: los casos que hundieron millones en ventas

Las marcas canceladas por la agenda woke se han convertido en un fenómeno global. Cada vez más empresas, desde gigantes como Disney hasta firmas deportivas como Rip Curl, descubren que abrazar causas ideológicas puede tener un precio alto: millones en pérdidas, boicots digitales y un daño irreparable a su reputación.

La “agenda woke” ya tiene factura: millones en pérdidas

Cada vez son más las empresas que descubren que la corrección política puede salir muy cara.

El caso más reciente es el de Rip Curl, que apartó a la surfista Bethany Hamilton por negarse a competir con deportistas trans. La reacción fue inmediata: un boicot global que provocó un desplome de ventas superior al 20 % en solo tres meses, según medios australianos.

Lo que comenzó como una decisión ideológica terminó convirtiéndose en un ejemplo de cómo perder la confianza de tus clientes más fieles.

Bud Light, Disney y Target: tres ejemplos de cómo perder al cliente por ideología

  • Bud Light protagonizó uno de los mayores boicots comerciales de los últimos años. La marca lanzó una campaña con la influencer trans Dylan Mulvaney y perdió más de 400 millones de dólares en ventas, además de ver hundirse su valor en bolsa.
  • Disney también pagó caro su activismo político. Su apuesta por introducir ideología de género en películas y políticas internas provocó la pérdida de millones de suscriptores en Disney+ y un daño notable en su reputación familiar.
  • Target, la popular cadena de supermercados estadounidense, lanzó una colección “Pride” con productos dirigidos a niños. El resultado fue demoledor: 9.000 millones de dólares menos en valor de mercado en apenas una semana.

El consumidor reacciona: el poder del boicot digital

El consumidor ya no es pasivo. En la era de las redes sociales, un hashtag puede hundir una marca en cuestión de horas.

El fenómeno conocido como “go woke, go broke” —si te vuelves woke, te arruinas— ha dejado de ser un meme para convertirse en una advertencia real para el marketing global.

Cada vez más usuarios castigan a las empresas que utilizan causas ideológicas como herramienta de venta. El mensaje es claro: el consumidor busca autenticidad, no adoctrinamiento.

Rip Curl y el precedente Hamilton: cuando el surf dejó de ser solo surf

Bethany Hamilton es una de las surfistas más admiradas del mundo. Perdió un brazo tras el ataque de un tiburón y, aun así, volvió a competir al máximo nivel.

Su negativa a enfrentarse a deportistas trans fue recibida con respeto por parte de muchos aficionados, pero Rip Curl decidió apartarla de sus campañas.

La reacción no se hizo esperar: miles de surfistas y clientes anunciaron boicots, acusando a la marca de renunciar a los valores del deporte por ideología.

En pocas semanas, el caso Hamilton se convirtió en un símbolo mundial del conflicto entre biología, deporte y política identitaria.

Qué nos enseña todo esto: la neutralidad vuelve a ser rentable

Las marcas están descubriendo que la neutralidad es más rentable que el activismo. Empresas como Patagonia o Levi’s mantienen un discurso coherente, enfocado en valores reales como la sostenibilidad o el empleo local, y siguen creciendo.

Mientras tanto, las compañías que se suben al tren ideológico pierden la confianza de ambos lados del espectro social.

El silencio estratégico vende más que el activismo impostado.

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