La vicepresidenta primera del Gobierno, María Jesús Montero, ha salido este jueves a intentar apagar el incendio que devora al PSOE y a La Moncloa. Con la cara de póker que la caracteriza, Montero ha asegurado que todos los casos de corrupción y acoso «se tienen que investigar hasta el final» y que el Gobierno dará «toda la colaboración» necesaria. El problema es que nadie se cree ya el discurso de la transparencia cuando los escándalos se acumulan como churros y las dimisiones brillan por su ausencia.
El PSOE vive su peor momento en décadas. La operación judicial de la Audiencia Nacional que investiga la trama de corrupción vinculada al caso Koldo, el rescate fraudulento a Plus Ultra, los casos de acoso sexual de Paco Salazar, Antonio Navarro y José Tomé, el ingreso en prisión del exministro Ábalos… La lista es tan larga que ya resulta imposible seguir el ritmo de los escándalos. Y sin embargo, desde Ferraz y La Moncloa insisten en que todo es una campaña orquestada por la derecha y los medios.
El partido, «demasiado lastimado»
Fuentes internas del PSOE admiten en privado que la situación es insostenible. «Todo se tuerce, todo», reconocen cuadros intermedios del partido que ven cómo la maquinaria sanchista se desmorona a cámara lenta. La sensación dentro de Ferraz es de desolación absoluta. Nadie vio venir la rapidez y contundencia de las últimas actuaciones judiciales, y ahora el partido se describe como «demasiado lastimado» para fingir que todo está bajo control.
La frase que resume el clima interno es lapidaria: «Todo es siempre susceptible de empeorar». Y vaya si puede empeorar. Cada día que pasa aparece un nuevo frente abierto, una nueva denuncia, un nuevo imputado. La sensación es que esto no ha hecho más que empezar y que lo peor está aún por llegar.
Como ya informamos sobre la denuncia contra el líder del PSOE en Torremolinos, los casos de acoso sexual no son hechos aislados, sino un patrón de comportamiento que se repite en diferentes federaciones del partido. Y ahora, con el refuerzo de los protocolos antiacoso que ha anunciado la secretaria de Organización, Rebeca Torró, el PSOE intenta vender la imagen de que está tomando medidas. Pero llegan tarde, muy tarde.
Protocolos antiacoso: demasiado poco, demasiado tarde
El PSOE ha decidido reforzar sus protocolos internos para detectar comportamientos irregulares y ha prometido ser «implacable» con los acosadores. Rebeca Torró ha explicado que se aumentarán los recursos del órgano encargado de investigar estas denuncias, se promoverán campañas de sensibilización y se consultará a los gabinetes jurídicos para mejorar el tratamiento de las denuncias anónimas.
Todo muy bonito sobre el papel, pero la realidad es que estas medidas llegan después de que múltiples mujeres hayan denunciado públicamente haber sufrido acoso durante años sin que nadie en el partido moviera un dedo. ¿Dónde estaban estos protocolos cuando Paco Salazar, asesor de Moncloa, acosaba a compañeras? ¿Dónde estaban cuando Antonio Navarro, líder del PSOE en Torremolinos, ejercía su poder para abusar de mujeres? ¿Dónde estaban cuando José Tomé, expresidente de la Diputación de Lugo, hacía lo mismo?
La respuesta es clara: estaban mirando hacia otro lado, protegiendo a los suyos, silenciando a las víctimas. Y ahora que todo ha explotado públicamente, intentan vendernos que van a ser «implacables». Demasiado poco, demasiado tarde.
Montero y su colección de «manos derechas»
En un intento desesperado por desvincularse de la trama de corrupción que salpica a Vicente Fernández, quien fuera su apuesta al frente de la SEPI, Montero ha ironizado diciendo que «cada vez que hay alguien que tiene que rendir cuentas ante los tribunales resulta que es mi mano derecha. Creo que he tenido más manos derechas que dedos de la mano».
La broma tiene su gracia, pero también revela un problema de fondo: ¿cómo es posible que la número dos del Gobierno tenga tantas «manos derechas» implicadas en casos de corrupción? ¿No dice eso algo sobre su capacidad de elección de colaboradores? ¿O sobre el nivel de podredumbre que hay en el entorno del PSOE?
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El PSOE se hunde en un lodazal de corrupción y acoso del que será muy difícil salir. Por mucho que Montero intente dar la vuelta a la situación, por mucho que refuercen protocolos y prometan transparencia, la realidad es tozuda: el partido de Sánchez está podrido hasta los cimientos y los españoles lo saben. La pregunta ya no es si caerá, sino cuándo.












