Tiene más de 200 años; es el más antiguo de la historia de España, fue creado en el año 1771 y aún sigue en funcionamiento
La Ilustración trajo consigo la necesidad de hacer del conocimiento un valor vital. Por ello fue entonces, en el siglo XVIII, cuando el fenómeno museístico comenzó a prosperar. Y nació el primer museo público de España: el Museo de Ciencias Naturales.
Como relata España Fascinante, se trata de una institución que arrancó siendo un gabinete real y terminó sobreviviendo hasta la actualidad.
Los gabinetes llevaban siendo una realidad en la cultura desde el siglo XVI. Sin embargo, estas primeras exposiciones estaban asociadas a nobles curiosos más que a esfuerzos científicos.
En España costó que se creara una institución real de este tipo. La primera intentona fracasó y llegó a mediados del XVIII.
Historia Natural
Mejor suerte tuvo el Real Gabinete de Historia Natural de Pedro Franco Dávila. Comerciante y residente en Francia, ser criollo no le impidió amasar un pingüe capital y una extraordinaria colección basada en Ciencias Naturales y antropología.
No se rindió ante las negativas iniciales de Fernando VI y Carlos III. Finalmente, en 1771 logró conformar el gabinete gracias a que optó por ofrecer donar la colección en lugar de venderla, señala España Fascinante.
Dávila fue el director del centro. El palacio de Goyeneche de la calle Alcalá fue la primera sede. Solo abarcaba el segundo piso del edificio madrileño, ya que el resto era la sede de la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Fernando. En 1776 se abrió al público, un hito en la materia.
Esta primera etapa se desarrolló hasta 1814. Dávila falleció en 1786, pero el lugar siguió prosperando. La colección se aumentó con donaciones reales. Se aportaron maravillas como el esqueleto fósil de Megatherium americanum, del que realizó una reconstrucción histórica, la primera de su tipo. También se nutrió de expediciones científicas, como la de Malaespina.
El aumento de los recursos llevó a la construcción de una sede que nunca llegaría a usar. El Museo del Prado se haría con ella.
Invasión francesa
Tras la invasión francesa, se desarrolló un reglamento que le permitió pasar a ser el Real Museo de Ciencias Naturales. Su importancia se vio ampliada al pasar a aglutinar otros espacios, como el Real Observatorio Astronómico, el Real Jardín Botánico y entes relacionados con la física o la química.
Su nombre también cambió en varias ocasiones. Por ejemplo, en 1847 pasó a ser el Museo de Historia Natural. Su carácter multidisciplinar se vio acotado en 1867, cuando se produjo una separación institucional.
El jardín botánico adquirió entidad propia, así como el zoológico. Lo mismo pasó con parte de la colección, que pasó a originar el Museo Arqueológico Nacional. Con el tiempo otras cesiones darían lugar a otro notable espacio: el Museo de América. Asimismo, su sede varió a finales del XIX. En un primer momento pasó por la sede de la Biblioteca Nacional, en 1895.
Nuevas necesidades
El cambio de siglo trajo un nuevo aire al museo. En consonancia con las nuevas necesidades del gobierno respecto a este tipo de espacios, se dio un giro al mismo.
Durante el mandato de Ignacio Bolívar logró una nueva sede, el Palacio de la Industria y de las Artes a principios del XX. Compartirla con la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales no supuso un problema.
Asimismo, modernizó la colección y la mejoró considerablemente. También fue bajo su batuta cuando se instauró el nombre actual, Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Peor fue la Guerra Civil. El declive fue absoluto y abarcó hasta mediados de los ochenta. Entre los motivos para esto se dio el propio conflicto o la falta de personal que imperó durante décadas.
Además, se dividió en tres institutos separados, de entomología, zoología y geología. Con todo, se llevó a cabo una labor de supervivencia que daría sus frutos ya en democracia.
Remodelación
Entre 1984 y 1985, el CSIC replanteó el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Se remozó el edificio, se modernizaron los métodos y las colecciones pasaron a mostrarse con la mentalidad de finales del siglo XX.
De esta forma, como suele pasar, cuando hubo financiación el éxito fue inmediato. Desde entonces se ha consolidado como centro de investigación y divulgación.








