El candidato del Partido Nacional, apoyado por Trump, se impone por menos de 50.000 votos al liberal, Salvador Nasralla, y certifican la debacle de la izquierda
Honduras se salva de convertirse en una sucursal de la narcoizquierda chavista por la victoria de Nasry “Tito” Asfura. Con el 99,3% de las actas escrutadas, Nasry Asfura, del Partido Nacional, logra el 40,5% de los votos, cerca de 1,3 millones de sufragios, mientras Salvador Nasralla, del Partido Liberal, alcanza el 39,2% y alrededor de 1,25 millones de papeletas.
Rixi Moncada, candidata del partido gobernante Libertad y Refundación (Libre), se queda con cerca del 19% y poco más de 600.000 votos, gracias a su legado de pobreza, violencia y corrupción.
La diferencia de apenas unas decenas de miles de votos convierte esta elección en una de las más cerradas de la historia reciente de Honduras, precisa Electomanía. El sistema electoral del país no prevé segunda vuelta salvo en caso de empate, por lo que la ventaja mínima de Nasry Asfura le basta para proclamarse ganador.
Dos demócratas disputan el poder y la izquierda se hunde
La campaña enfrentó principalmente a dos candidatos conservadores: Asfura, experimentado líder del Partido Nacional, y Nasralla, conocido presentador de televisión y cabeza del Partido Liberal, que intentaba regresar al poder después de más de diez años.
Ambos centraron sus propuestas en seguridad, orden público y estabilidad económica, con diferencias en temas sociales y en su postura hacia el gobierno saliente.
El gran perdedor resulta ser Libre, el partido de la presidenta comunista, Xiomara Castro, que pasa de gobernar a un tercer puesto lejano. El voto castiga la gestión económica, la violencia persistente y los escándalos administrativos, y refuerza un giro hacia la derecha en el panorama político hondureño.
Los perdedores denuncian irregularidades
Una vez el Consejo Nacional Electoral confirme oficialmente los resultados, el Partido Nacional recupera la presidencia tras el paréntesis comunista de Libre. El nuevo gobierno enfrentará un Congreso muy dividido, demandas urgentes de empleo y seguridad, y el riesgo de una crisis de legitimidad si la oposición no acepta el resultado.
La combinación de un margen estrechísimo, dudas sobre el árbitro electoral y la falta de segunda vuelta anticipa un mandato conflictivo, con la calle y la comunidad internacional como factores clave para la estabilidad.
Nasralla y Moncada ya denuncian irregularidades en el sistema de transmisión de datos, caídas de la “pantalla” de resultados y supuestos “algoritmos” que, según los perdedores, beneficiaron a Nasry Asfura.












