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La izquierda nunca tiene la culpa de nada

Esta semana, las calles se han llenado otra vez de pancartas rojillas exigiendo «acceso a la vivienda». Podemos, Sumar y el PSOE, con esa habilidad innata para subirse al carro de la indignación popular, han alzado la voz como si no llevaran siete años en el poder. Sí, siete años. Si hay un problema con la vivienda —que lo hay—, digo yo que algo tendrán que ver, ¿no?

Pero no. Como es tradición entre los izquierdosos, la culpa siempre es de otro. Lo suyo es echar balones fuera y, lo que es peor, pretender apagar el incendio que ellos mismos provocaron echándole más gasolina socialista. Porque el problema de la vivienda existe, y el acceso a ella está en la Constitución, pero dejemos una cosa clara: que sea un derecho no significa que puedas okupar la casa del vecino ni que los demás tengamos que pagarte el alquiler. Significa que el Estado debe facilitar las condiciones para que tengas un hogar. Y está clarísimo que no lo hace.

Ahí entran los perroflautas, capitaneados por una moldava de apellido Racu, pidiendo boicotear los alquileres —o sea, okupar descaradamente—, mientras Podemos agita el fantasma de las expropiaciones. Todo menos admitir que han metido la pata hasta el fondo. Reconocerlo sería un sacrilegio, porque la izquierda nunca, jamás de los jamases, tiene la culpa de nada.

Repasemos: ¿Quién aprobó una Ley de Vivienda que protege a los okupas? Ellos. ¿Quién ha asfixiado al sector inmobiliario con impuestos confiscatorios? Ellos. ¿Quién impuso topes a los alquileres, espantando a los propietarios? Ellos. ¿Quién ha construido vivienda social? Nadie, o casi: en España, solo el 2% de la nueva vivienda es social, frente al 15% de media en Europa. ¿Y quién mantiene el suelo encorsetado con leyes urbanísticas absurdas, prohibiendo construir en altura para aprovechar el terreno? Ellos otra vez.

Pero no, la culpa es de los caseros «avariciosos», de Ayuso, de VOX, de Trump o, si apuran, de Franco -quien, por cierto, levantó más de 4 millones de viviendas para los españoles, mientras Sánchez la friolera de cero-. Cualquier chivo expiatorio vale antes que mirarse al espejo.

Y ahora, ¿cuál es su gran solución? Okupar más o expropiar directamente. Brillante. Si eso sale adelante, nadie en su sano juicio querrá alquilar o construir. La oferta se hundirá, la demanda se disparará y los precios subirán más todavía pero oigan, no se preocupen: la izquierda seguirá sin tener la culpa de nada.

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