Durante décadas, los oncólogos sabían cómo se comportaba el Sarcoma de Ewing, pero no de dónde salía exactamente. Ahora, un equipo español ha resuelto el misterio: han identificado la célula embrionaria específica que origina este tumor pediátrico tan agresivo, un hallazgo que abre la puerta a tratamientos más precisos y menos tóxicos.
El descubrimiento, liderado por el Instituto de Investigación del Hospital del Mar y el Instituto de Investigación Sant Joan de Déu, se publica en Nature Communications, una de las revistas científicas de mayor impacto.
Una novedad que cambia el enfoque clínico: no se trata sólo de entender el tumor, sino de poder anticiparlo.
El tumor que nace de un solo oncogén… y antes de nacer
A diferencia de la mayoría de tumores, el Sarcoma de Ewing no requiere una cascada de mutaciones, sino un único evento:
dos genes que se fusionan y crean un oncogén nuevo, con funciones anómalas capaces de transformar una célula sana en una célula tumoral.
Y lo más inquietante: esto ocurre muy temprano, durante el desarrollo fetal.
El hallazgo confirma que la enfermedad aparece cuando este oncogén comienza a expresarse en células madre embrionarias mesenquimáticas, un tipo celular que dará lugar a tejidos clave del cuerpo: músculo, vasos sanguíneos, tejido conectivo…
Los investigadores han logrado reproducir por primera vez este proceso en el laboratorio.
Ratones, células humanas y un experimento decisivo
En colaboración con el Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona, los científicos generaron y purificaron células mesenquimáticas embrionarias humanas en el laboratorio. Después, introdujeron en ellas el oncogén responsable del Sarcoma de Ewing.
Primera sorpresa: en placa no mostraban comportamiento tumoral.
Segunda sorpresa —la que lo cambia todo—: cuando estas células se inocularon en ratones, desarrollaron tumores idénticos al Sarcoma de Ewing humano.
Con la misma arquitectura celular. Con la misma huella genética. Y con el mismo patrón de agresividad.
Este experimento demuestra que esa célula mesenquimática embrionaria es el origen real del tumor.
¿Por qué importa tanto este descubrimiento?
Porque el Sarcoma de Ewing, aunque consigue tasas de supervivencia del 60% al 70%, requiere tratamientos extremadamente agresivos:
quimioterapia combinada, radioterapia y cirugía.
Su toxicidad en niños deja secuelas: problemas de crecimiento, daño cardiaco, pérdida de fertilidad, alteraciones auditivas y efectos neurológicos.
Si se identifica la célula exacta donde nace la enfermedad, se puede:
- diseñar terapias dirigidas
- reducir toxicidad
- mejorar supervivencia a largo plazo
- prever el comportamiento del tumor
- intervenir en fases mucho más tempranas
Como explica la doctora Inmaculada Hernández-Muñoz, investigadora del Hospital del Mar Research Institute:
«Ahora que sabemos qué célula da origen al tumor, el siguiente paso es descubrir qué factores hacen que una célula sin ventaja proliferativa adquiera la capacidad de crecer sin control.»
La gran pregunta que viene ahora
El equipo ya ha abierto la siguiente fase: ¿qué activa el oncogén? ¿Qué señales químicas del entorno embrionario le permiten a esa célula transformarse en cáncer?
Responder eso podría permitir, por primera vez, anticipar un tumor pediátrico antes incluso de que se manifieste.
Y, con ello, cambiar por completo la historia de uno de los sarcomas más devastadores de la infancia.












