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Sánchez compra votos con un abono transporte de 60 euros que pagarán tus hijos

El presidente tira de chequera pública para intentar frenar su caída en las encuestas

Pedro Sánchez ha vuelto a sacar el conejo de la chistera del gasto público. En un intento desesperado por recuperar la iniciativa política y frenar la sangría de votos que pronostican todas las encuestas, el presidente del Gobierno ha anunciado un «Abono Único» de transporte público por 60 euros al mes (30 para los jóvenes). La medida, que entrará en vigor en la segunda quincena de enero si el Congreso la aprueba, suena muy bien sobre el papel, pero esconde la trampa habitual del sanchismo: invitar a una ronda que pagaremos todos (y nuestros hijos) con más deuda.

El abono permitirá viajar en Metro, Cercanías, Media Distancia y autobuses estatales por todo el país. Sin embargo, Sánchez ha dejado fuera el AVE y los trenes de Larga Distancia, creando una vez más ciudadanos de primera y de segunda. Si vives en una ciudad conectada por Cercanías, estás de suerte. Si dependes del tren de larga distancia para trabajar o ver a tu familia, te toca seguir pagando precios prohibitivos. Es el «escudo social» selectivo de un Gobierno que solo gobierna para sus caladeros de votos.

Improvisación y caos a la vista

Lo más preocupante del anuncio es, como siempre, la falta de planificación. Sánchez ha lanzado la bomba mediática sin tener cerrado el acuerdo con las comunidades autónomas y los ayuntamientos, que son quienes gestionan el grueso del transporte público (metro, autobuses urbanos, tranvías). El presidente dice que «espera» que se vayan adhiriendo, lo que en lenguaje político significa que les va a pasar la «patata caliente» a las regiones para que ellas asuman parte del coste o queden como las «malas» si no lo hacen. Chantaje institucional de manual.

Además, la medida llega sin una memoria económica clara. Sánchez no ha precisado cuánto costará esta fiesta a las arcas públicas, limitándose a dar ejemplos de cuánto se ahorrará un viajero individual. Pero los servicios públicos no se pagan con aire; se pagan con impuestos. Y con un déficit que el Congreso acaba de tumbar, la pregunta es obligada: ¿de dónde va a salir el dinero? ¿Más subidas de impuestos a la clase media? ¿Más recortes en otras partidas?

Un parche electoralista que no soluciona el problema de fondo

La realidad es que el transporte público en España necesita inversión en infraestructuras, no parches electoralistas. De nada sirve un abono barato si los Cercanías no llegan a su hora, si los trenes se averían cada dos por tres (el «caos Oscar Puente») o si las frecuencias son insuficientes. Sánchez prefiere regalar billetes a arreglar las vías, porque lo primero da titulares y lo segundo requiere gestión y trabajo a largo plazo.

Con esta medida, el Gobierno intenta comprar la paz social y el voto joven (con la tarifa reducida a 30 euros) en un año que se presenta complicado judicial y políticamente. Es la vieja receta socialista: subsidiar en lugar de crear las condiciones para que la gente tenga sueldos dignos y pueda pagarse su transporte. Pan para hoy y deuda para mañana.

Como ya informamos sobre el desprecio de Sánchez al Senado, el presidente gobierna a golpe de decreto y de anuncios unilaterales, saltándose los controles parlamentarios y el respeto institucional siempre que le conviene.

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Sánchez ha lanzado su última carta para intentar remontar el vuelo. La duda es si los españoles volverán a picar el anzuelo de las subvenciones o si empezarán a preguntarse quién paga realmente la fiesta. Porque en economía, como en la vida, no hay nada gratis.

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