El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ausenta del Congreso en plena tormenta judicial y política que sacude al PSOE. La noticia llega justo cuando la UCO ha detenido a su conocida “fontanera” y al expresidente de la SEPI, mientras otro barón socialista dimite por un caso de acoso sexual. La ola de escándalos alcanza tal magnitud que ya hay voces que hablan de “fin de ciclo” dentro del propio hemiciclo.
Y sí: la ausencia de Sánchez se ha convertido en la imagen que nadie esperaba. Y el primer párrafo debe mencionarlo: Sánchez se ausenta del Congreso en plena crisis, y eso es lo que dispara todas las alarmas.
¿Por qué Sánchez pide votar telemáticamente justo ahora?
Según el escrito enviado por el Grupo Socialista, el presidente no acudirá al Congreso porque coincide con una reunión telemática de la Coalición de Voluntarios por Ucrania. Una coincidencia “casual” que, según la oposición, llega “en el día menos oportuno”.
Porque justo ahora estallan:
La detención de Leire Díez, su principal operadora interna en Ferraz.
La detención del expresidente de la SEPI, estrecho colaborador de Montero.
La dimisión del presidente de la Diputación de Lugo tras una denuncia por acoso sexual.
El Supremo confirma juicio contra el número dos del PSOE.
La UCM admite presiones sobre la cátedra de la mujer del presidente.
El PP habla abiertamente de “huida”. Vox, de “derrumbe” del sanchismo. Y en los pasillos del Congreso se habla de un ambiente irrespirable.
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La oposición dispara: “Un presidente sin miedo no se esconde”
Las reacciones han sido inmediatas y contundentes. Feijóo ha resumido el sentir del principal partido de la oposición: “Así no se puede seguir”. Una frase que ya circula en redes a velocidad de vértigo.
Miguel Tellado, más duro aún, aseguró que “las cárceles de España van a quedarse pequeñas” ante el ritmo de detenciones. Y la portavoz del PP, Ester Muñoz, vaticinó que “en 2027 del PSOE no van a quedar ni las raspas”.
La narrativa que avanza es clara: un PSOE desbordado, cercado y sin capacidad de control de daños.
Una cadena de escándalos que no frena: la sensación de colapso
En apenas 48 horas, la estructura socialista ha sufrido uno de los golpes más duros de su historia reciente. Y lo más inquietante para el Gobierno: la sensación de que lo peor podría no haber llegado todavía.
La detención de Leire Díez forma parte de la misma línea de investigación que, según la UCO, amarra también pagos en efectivo y contratos bajo sospecha. No es la primera vez que los cuerpos de seguridad se adentran en la trama socialista: hace semanas, la UCO ya había apuntado a vínculos directos entre Ferraz y los sobresueldos investigados en el caso Koldo, como recogíamos en “La UCO revela que José Luis Ábalos y Koldo García recibieron sobresueldos en efectivo del PSOE” (enlace interno: La UCO revela que José Luis Ábalos y Koldo García recibieron sobresueldos en efectivo del PSOE).
Y más atrás, la Audiencia de Madrid ya avaló la instrucción del caso Begoña Gómez, como contamos en “La Audiencia de Madrid avala la instrucción judicial del caso Begoña” (enlace interno natural: La Audiencia de Madrid avala la instrucción judicial del caso Begoña).
Estos precedentes complican aún más el relato del Gobierno.
¿Es casual que Sánchez no aparezca en el último pleno del año?
Que el presidente del Gobierno elija precisamente el último pleno del año, en el momento de mayor presión judicial sobre su entorno y su partido, para votar a distancia, abre una pregunta inevitable:
¿Evita rendir cuentas?
En política no existe el vacío. Y donde falta un líder, aparece un relato. La oposición ya ha llenado ese espacio:
“Evita preguntas”.
“Se esconde”.
“Tiene miedo”.
“Sabía lo que venía”.
Pero más allá del ruido parlamentario, hay algo más importante: el mensaje que recibe la ciudadanía. Y ese mensaje hoy es nítido: Sánchez no da la cara en el peor día para su Gobierno.
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Ferraz, en estado de shock: silencio interno y desconcierto total
Fuentes socialistas consultadas reconocen un ambiente “muy complicado” y un “desgaste difícil de gestionar”. La detención de Díez ha sentado especialmente mal, porque era considerada una pieza clave dentro de la arquitectura interna del partido.
“Ha sido un golpe seco. Nadie lo esperaba”, admiten.
El anuncio de Sánchez de votar telemáticamente se interpretó dentro del PSOE como una maniobra para “evitar gasolina adicional” en la prensa. Pero esta estrategia parece haber provocado el efecto contrario: ha multiplicado las sospechas.
La pregunta que nadie se atreve a responder: ¿Ha entrado el PSOE en modo supervivencia?
Los analistas hablan ya de un cambio de fase: del desgaste al colapso. Lo que antes eran filtraciones, ahora son detenciones. Lo que eran sospechas, ahora son causas abiertas. Y lo que era rumor, ahora son renuncias forzadas.
En paralelo, crece la sensación de que la maquinaria judicial se está acelerando. Hace apenas unos días contábamos cómo la UCO prepararaba nuevas actuaciones en Ferraz (enlace interno: La UCO volverá a Ferraz a por pruebas sobre presunta financiación irregular del PSOE).
Ese movimiento ahora cobra pleno sentido a la luz de las detenciones de hoy.
¿Puede este terremoto judicial alterar el futuro político inmediato?
Llega el final de 2025 con un Gobierno debilitado y un presidente que evita su presencia en el Parlamento. Y comienzan las especulaciones:
¿Habrá remodelación del Gobierno?
¿Se estudia un adelanto electoral encubierto?
¿Pueden las nuevas causas tocar a más miembros del Ejecutivo?
¿Hay miedo a nuevas filtraciones?
La percepción de debilidad institucional es ya más fuerte que la explicación oficial del Gobierno.
El silencio de Sánchez pesa más que cualquier discurso
Mientras el PSOE intenta contener la hemorragia, el presidente decide no acudir al Congreso. Y esa ausencia —más que las declaraciones, más que los comunicados, más que cualquier nota oficial— es la imagen que quedará marcada en esta crisis.
Porque cuando toda la estructura de tu partido está siendo señalada, desaparecer no es una opción neutra.
Es un mensaje. Y el país lo ha recibido.








