Dabhia Benkired, culpable de asesinato, violación y tortura, condenada a cadena perpetua sin posibilidad de reducción de pena
El «caso Lola», que conmocionó a Francia en octubre de 2022, terminó este viernes 24 de octubre: tras una semana de juicio, la inmigrante ilegal argelina, Dahbia Benkired fue declarada culpable del asesinato, con actos de tortura y barbarie, de Lola Daviet, de 12 años, además de haberla violado.
La argelina de 27 años fue condenada a cadena perpetua sin posibilidad de reducción, de acuerdo con las peticiones del Ministerio Público. Se trata de una pena muy poco habitual, la más severa prevista por el Código Penal, que impide cualquier reducción de la condena.
El presidente de tribunal se refirió a la «extrema crueldad» del crimen, calificado por el tribunal como «un verdadero suplicio». Dahbia Benkired tiene diez días para apelar.
Un juicio que buscaba aclarar el motivo del brutal asesinato
La culpabilidad de la acusada no ofrecía ninguna duda, `pero el juicio debía servir sobre todo para aclarar «el porqué y el cómo», en palabras de la madre de Lola. Una semana después sigue sin saberse, tras las divagantes declaraciones fluctuantes de la argelina.
Al comienzo del juicio, los periodistas y el público descubrieron a una Benkired transformada: lejos de la imagen coqueta y maquillada que mostraban sus vídeos de TikTok en 2022, compareció con el pelo recogido en un moño, el rostro hinchado y ojeras.
Durante una semana, la argelina tuvo la mirada perdida y, con los brazos colgando, respondía a las preguntas con tono lastimero, como una niña que hubiera cometido una gran travesura, según describe Le Figaro.
Los profesionales que la conocieron —policías, magistrados, abogados, psiquiatras— quedaron desconcertados por su «frialdad emocional» y su indiferencia. Todos describen un caso «único» en su carrera.
¿Quién es la ilegal argelina que asesinó a la niña?
Nacida en Argelia, Dahbia Benkired llegó a Francia en 2016 con visado de estudiante. Cuando llegó a la mayoría de edad, se reunió con su madre y sus dos hermanas en Bry-sur-Marne (Val-de-Marne), al este de París.
Matriculada en un curso de formación profesional en restauración, destaca por su absentismo. Fallecidos sus padres, la hermana la echa de casa por su conflictividad. Benkired se encuentra en la calle, en situación irregular y con una orden de expulsión del territorio francés desde de agosto de 2022.
Duerme en casa de conocidos y deambula sin rumbo por París; a veces realiza pequeños trabajos en la restauración, otras veces se prostituye y se dedica a fumar cannabis sin parar.
Un crimen salvaje
El tribunal penal ha reconstruido minuciosamente el crimen. El 14 de octubre de 2022, Benkired merodea por la entrada de la residencia Manin, en el distrito 19 de París, donde a veces se aloja con su hermana. Muy enfadada, se cruza con la pequeña Lola, que vuelve del colegio.
Los padres de la niña son conserjes del edificio. Su caseta se encuentra en el mismo edificio que el estudio de la hermana de la asesina. A las 15:11, las cámaras de videovigilancia muestran a Lola seguida por Dahbia Benkired en el vestíbulo del edificio.
Se percibe cierta inquietud en la mirada de la niña. De manera inexplicable, Lola se dirige hacia la derecha, mientras que la portería de sus padres se encuentra a la izquierda, en la planta baja.
El secuestro y asesinato de la niña
Dahbia Benkired secuestra a Lola y la lleva hasta el sexto piso, a casa de su hermana. Desviste a la niña, la obliga a ducharse, la viola varias veces y luego le envuelve la cara con cinta adhesiva gris.
La ilegal argelina torturó a la niña con un cuchillo y unas tijeras. Se contabilizaron 38 heridas en su cuerpo. Según los informes médicos, algunas de las heridas fueron infligidas cuando la colegiala aún estaba viva.
La niña queda desnuda y agonizando en la entrada del apartamento y muere asfixiada mientras su verdugo escucha música «para no oír sus temblores».
Por último, la acusada escribió los números «0» y «1» con esmalte rojo bajo los pies de Lola antes de meter su cadáver rociado con lejía en un baúl con ruedas.
«Una hora y treinta y siete minutos de suplicios que despojaron a la niña de su humanidad», denunció el fiscal general.
El viaje con la maleta y el cuerpo
Benkired reapareció en el vestíbulo de la residencia a las 16:53. Llevaba dos maletas pequeñas y arrastraba con dificultad el pesado baúl, entreabierto, que contenía el cuerpo de Lola.
Comenzaba entonces un viaje delirante con el cadáver. Un amigo, Rachid N., la recoge en coche con su equipaje y la lleva a su casa en Asnières para pasar la noche. Sin embargo, como ella le rechaza cuando pide sexo, este la devuelve esa misma noche a la rue Manin en un VTC.
La argelina le pide a su hermana que le ayude a recoger todas sus cosas. Parece tener prisa, estar estresada. Su hermana enseguida nota que algo raro está pasando y se echa a llorar. La asesina abandona el baúl en un pasillo de la residencia y huye, siendo detenida poco después.
Un reconocimiento incompleto del crimen
La policía descubrirá el cadáver hacia las 23:30. «Se observó una herida muy importante en la mandíbula y el cuello, que casi había provocado una decapitación», detalló un policía en el estrado.
Ya bajo custodia policial, Benkired reconoce en parte el asesinato de Lola pero, niega haber violado a la niña, haberle infligido 38 heridas y haberla casi decapitado.
Admite «solo» haberla manoseado y haberle asestado dos puñaladas en la espalda. Según ella, su amigo de Asnières habría penetrado el cadáver mientras ella se duchaba en su casa.
«La acusada reconoce los hechos, pero no desea comprometerse en un proceso exploratorio. Alega olvidos y dice que se sentía drogada», explicó un psiquiatra ante el tribunal.
Para justificar su acto, la acusada invocó un envenenamiento fomentado por un antiguo compañero, «fantasmas», «una fuerza» o incluso delirios místicos. Afirma haber visto a Lola como «una oveja» en el momento del crimen.
Sin embargo, los tres psiquiatras que la examinaron son categóricos: la acusada no padece ninguna enfermedad mental, sino un «trastorno grave de la personalidad», caracterizado por una elevada psicopatía, intolerancia a la frustración y narcisismo patológico, probablemente acentuado por su consumo de cannabis.












