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Trump clama “traición mortal” contra seis demócratas y exige su arresto: el vídeo que ha incendiado Washington

La sedición. Esa es la palabra clave, y Donald Trump la colocó en el centro del debate nacional este jueves, abriendo un fuego político sin precedentes incluso para los estándares de la crispada Washington de 2025. El presidente aseguró que seis legisladores demócratas incurrieron en “conducta sediciaria castigada con la pena de muerte” al difundir un vídeo en el que instan a las Fuerzas Armadas a “desobedecer órdenes ilegales” supuestamente dictadas por él.

La acusación no es menor. Y Trump, lejos de matizar, la elevó al máximo voltaje político. “Cada uno de estos traidores a nuestra patria debe ser arrestado y juzgado”, escribió en Truth Social. Esa fue la frase que encendió las alarmas en el Congreso, en los cuarteles y en toda la estructura institucional del país.

El conflicto, que ya escala a niveles peligrosos, se enmarca en uno de los momentos más tensos de su segundo mandato, marcado por los polémicos despliegues militares que tribunales federales han frenado en varias ciudades gobernadas por demócratas.

El vídeo que desató la furia presidencial

El clip, publicado el miércoles, muestra a seis congresistas demócratas afirmando que los militares tienen la obligación de “defender la Constitución” incluso si eso implica desobedecer órdenes provenientes del propio presidente.

Nunca mencionan órdenes concretas. Pero el mensaje, en plena tormenta política tras varios fallos judiciales contra los despliegues federales, fue interpretado por Trump como un ataque directo al principio de cadena de mando.

El presidente no tardó en responder. Lo hizo con tres mensajes consecutivos que marcaron la narrativa del día:

  • “Conducta sediciaria del más alto nivel”.
  • “¿Deberían encarcelarlos?”
  • “¡Castigada con la pena de muerte!”

Una secuencia explosiva que ya analizan constitucionalistas, juristas y asesores militares.

El ejército, la Constitución y la línea roja que nadie quiere cruzar

El debate jurídico es delicado: la ley obliga a los militares a seguir órdenes legales y a rechazar órdenes ilegales. Pero ¿quién define qué es ilegal? ¿Un tribunal? ¿Un legislador? ¿Un soldado?

Ahí reside el núcleo peligroso del mensaje. Y también la razón por la que la Casa Blanca actuó con rapidez.

La portavoz presidencial, Karoline Leavitt, negó de plano que Trump quiera ejecutar a nadie. Pero al mismo tiempo, endureció el discurso: acusó a los congresistas de lanzar un “mensaje quizás punible por ley” y de poner en riesgo la cohesión militar:
“La cadena de mando salva vidas. Si se rompe, genera caos”.

Contexto: los despliegues militares que han abierto una grieta institucional

Desde su retorno al poder en enero, Trump ordenó desplegar tropas en ciudades controladas por demócratas, argumentando que la violencia —a su juicio respaldada por la “izquierda radical”— escapaba al control local.

Varias cortes federales han bloqueado esos movimientos por considerarlos inconstitucionales o injustificados.

Ese contraste —órdenes frenadas por jueces, congresistas llamando a desobediencia, y un presidente acusándolos de traición— ha colocado a las Fuerzas Armadas en un escenario inédito.

La Casa Blanca niega “órdenes ilegales”: promete récord impecable ante los tribunales

Leavitt fue directa al desmentir la premisa del vídeo:
“Todas las órdenes del Comandante en Jefe son legales y han superado el escrutinio judicial”.

Añadió que la administración tiene un “historial impecable ante la Corte Suprema” y que el Gobierno no ha desobedecido ni una sola orden judicial.

Pero el mensaje central fue otro: defender la cadena de mando a cualquier precio.

Próxima cita internacional de Trump

Una advertencia que resuena más allá de EEUU

La escalada verbal llega en un momento internacional frágil, con tensiones globales y choques internos. Y en un país donde la palabra “sedición” no es retórica, sino un delito que históricamente se ha castigado con severidad.

El debate ahora es si Trump cruzó una línea, o si fueron los congresistas al insinuar públicamente una posible desobediencia a órdenes presidenciales.

La oposición habla de intimidación autoritaria. Los aliados de Trump, de defensa constitucional. Pero nadie discute que el episodio ya forma parte de los momentos más tensos desde su regreso al poder.

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