Crimen atroz que evidencia el fracaso de las políticas de integración y la peligrosa tolerancia hacia ideologías incompatibles Occidente
La amenaza del islamismo radical ha dejado de ser un titular lejano para convertirse en una escalofriante realidad que tiñe de sangre el corazón de Europa. Los Países Bajos han sido escenario de un crimen atroz de un musulmán y culturalmente importado. Evidencia el fracaso de las políticas de integración y la peligrosa tolerancia hacia ideologías incompatibles con la civilización occidental.
La noticia, recogida por La Gaceta, detalla el asesinato de una joven de 18 años… Pero a manos de su propio padre, un inmigrante de origen musulmán. Todo porque la joven se atrevió a ejercer su libertad individual. Un derecho inalienable en Occidente como maquillarse y negarse a llevar el hiyab, símbolo de sumisión que el islam radical impone a las mujeres.
Este execrable acto de «crimen de honor» –un eufemismo que busca suavizar la brutalidad– no es un caso aislado, sino la punta del iceberg de una silenciosa pero persistente guerra cultural que se libra en nuestras calles.
Mientras nuestras élites progresistas insisten en el «diálogo de civilizaciones» y la criminalización de cualquier crítica a la inmigración masiva, la realidad nos abofetea con este tipo de sucesos que demuestran que hay quienes se niegan categóricamente a asimilar los valores de libertad, igualdad y dignidad de la mujer que tanto costó conseguir.
Permisividad cultural
Esto demuestra que la entrada descontrolada y la permisividad cultural están introduciendo caballos de Troya que atentan directamente contra nuestro modo de vida.
La izquierda y sus aliados son cómplices por acción u omisión de esta degradación moral al priorizar la corrección política sobre la seguridad y los valores fundacionales de Europa.
Este crimen no es solo una tragedia familiar; es un dramático toque de atención sobre la necesidad urgente de defender nuestra identidad y exigir la expulsión inmediata de todo aquel que anteponga una ley religiosa bárbara a la Constitución.
Radicalismo islámico en Europa
Por todo ello, o se imponen nuestros valores o el radicalismo islámico seguirá cobrándose vidas europeas en nombre de una fe que no respeta la libertad.
Y volviendo al dramático suceso, el supuesto padre musulmán asesino, con sus dos hijos, se enfrentan a penas de hasta 25 años de prisión por el presunto asesinato de la joven. Consideraban que su forma de vida «occidental» deshonraba a la familia. La Fiscalía sostiene que el crimen responde a un castigo por desafiar las normas tradicionales impuestas por su entorno.
La víctima, la joven siria Ryan Al Najjar, fue localizada sin vida el 28 de mayo de 2024 en un lago cercano a la localidad de Joure, en el norte del país. Su cadáver apareció sumergido, con las manos y los pies atados con gran cantidad de cinta adhesiva, seis días después de que se denunciara oficialmente su desaparición.
Por aparecer en TikTok sin velo
Según la investigación, el asesinato se habría producido en la noche del 22 de mayo, como recoge La Gaceta. Los fiscales aseguran que los tres acusados planearon el crimen tras difundirse un vídeo en directo en TikTok en el que la joven aparecía sin velo y maquillada, lo que, a juicio de sus familiares, supuso una humillación pública.
“La consideraban un problema que había que eliminar”, expuso la Fiscalía de Países Bajos durante la vista celebrada. “Simplemente porque era una mujer joven que quería decidir sobre su propia vida”.
Los investigadores remarcan que la joven Ryan había sido reprimida en repetidas ocasiones por negarse a cubrirse la cabeza en espacios públicos.
Las pesquisas indican que fueron sus propios hermanos quienes la localizaron en Rotterdam tras la difusión del vídeo. La convencieron para desplazarse a una zona aislada la noche previa al crimen. Allí, en un parque casi desierto, se reunieron con su padre.
Estrangulada y arrojada al agua
De acuerdo con los forenses, la joven fue estrangulada, inmovilizada con más de 18 metros de cinta y finalmente arrojada aún con vida al agua.
Las pruebas de ADN refuerzan esta tesis. Los investigadores encontraron restos genéticos del padre bajo las uñas de su hija, lo que apunta a una lucha previa al asesinato. Para los fiscales, este detalle confirma su presencia directa en el crimen.
Tras los hechos, el padre, el musulmán Khaled Al Najjar, de 53 años, huyó presuntamente a Siria. Sus dos hijos, Mohamed y Muhanad, de 22 y 24 años, fueron detenidos en Holanda y acusados como coautores. El progenitor, además, está imputado por haber dirigido la ejecución del crimen antes de abandonar el país.
La Fiscalía ha cargado con dureza contra él por su fuga, señala La Gaceta. “Escapó inmediatamente después del asesinato. Y dejó que sus hijos cargaran con las consecuencias. Ha destruido por completo a su familia”, señalaron los fiscales ante el tribunal.
Las autoridades admiten que su extradición será complicada. Según consta en el sumario, Khaled habría contraído matrimonio en Siria después de la muerte de su hija. Esto podría dificultar los trámites judiciales internacionales.








