Delincuentes influencers acumulan miles de seguidores mientras graban vídeos y publican fotos desde dentro de las prisiones
Ante la sobrepoblación penitenciaria y el descontrol, generado por la falta endémica de personal y las mínimas sanciones a los infractores, mostrar la vida carcelaria vía smartphone se ha puesto de moda. Criminales presos en Cataluña suben fotos y vídeos a TikTok e Instagram directamente desde sus celdas con total impunidad, felicitan a compañeros de módulo, enseñan objetos y comodidades no permitidas y van sumando miles de seguidores.
El exhibicionismo carcelario triunfa: posan entre rejas, presumen de su día a día y desafían abiertamente a los funcionarios. Funcionarios de prisiones confirman a El Caso que un 40% de los internos poseen teléfonos modernos, mucho más avanzados que los antiguos móviles carcelarios pequeños. Los trabajadores los detectan en registros y los ven usar abiertamente en zonas comunes, aunque están totalmente prohibidos.
Cuatro de cada diez presos tienen móvil dentro de la cárcel
El delincuente Adrián Molina es un ejemplo de esta tendencia. Publica a diario imágenes desde su celda que muestran cómo vive —o cómo quiere que crean que vive— acompañado de otros internos. Molina organizó una fuga de Tarrasa y otro intento fallido comunicándose con cómplices mediante móvil desde prisión. El citado medio intentó contactar con él, pero no obtuvo respuesta.
La falta de personal y las sanciones débiles hacen que los reclusos consideren rentable el riesgo. Unidades especiales del Departament de Justícia investigan estos dispositivos y ordenan requisarlos, pero el problema persiste.
Algunos presos solo contactan con sus familias; otros dirigen tráfico de droga y redes delictivas desde dentro, como demostraron investigaciones de los Mossos d’Esquadra, incluso con complicidad de funcionarios corruptos en casos como el de la prisión de Mas d’Enric (Tarragona).
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