La Comisión Europea ha ordenado la matanza preventiva de todos los animales en un radio de diez kilómetros alrededor del foco
En un nuevo ejemplo de la nefasta gestión del Govern de la Generalitat, se ha decretado el sacrificio masivo de hasta 30.000 cerdos sanos en granjas de Lleida, cercanas al foco detectado de peste porcina africana (PPA) en el municipio de Valls de Noguera.
Esta medida draconiana, impuesta por la Unión Europea y ejecutada por un ejecutivo regional obsesionado con su agenda política en lugar de la defensa de los intereses catalanes y españoles, amenaza con hundir al sector porcino, pilar económico de la Cataluña rural y de la España productiva.
La peste porcina, una enfermedad viral que no afecta a humanos pero que se propaga con facilidad entre animales, fue confirmada en una explotación porcina de Valls de Noguera el pasado mes de noviembre.
Ante esto, la Comisión Europea, en su afán por protocolos inflexibles que ignoran la realidad del campo, ha ordenado la matanza preventiva de todos los animales en un radio de 10 kilómetros alrededor del foco.
En teoría, para proteger al sector
El conseller de Agricultura, Josep Creixell, ha justificado la barbarie afirmando que «es una medida obligatoria para erradicar la enfermedad y proteger el conjunto del sector«. Evidentemente, no se protege a las miles de familias ganaderas que verán evaporarse sus ingresos en vísperas de Navidad, ni a una industria que genera más de 100.000 empleos directos en Cataluña y exporta por valor de 7.000 millones de euros anuales.
Fracaso de las políticas verdes
Este sacrificio es, indirectamente, un reflejo del fracaso de las políticas verdes extremas impulsadas por la izquierda bipartidista PPSOE en Bruselas y replicadas por un Govern que prioriza fotos con independentistas sobre el pan de la gente. Y en lugar de invertir en sistemas de vigilancia avanzados, se opta por el matadero industrial, recordándonos los excesos de la UE que tanto critican los conservadores europeos.
Genocidio animal y económico
Los sindicatos agrarios como Unió de Pagesos y ASAJA ya alzan la voz. «Es un genocidio animal y económico que podría haberse evitado con más agilidad administrativa y menos dogmatismo», denuncia el portavoz de ASAJA-Cataluña, Joan Riba. Mientras, el PP y Vox en el Parlament exigen la dimisión de Creixell y una auditoría urgente de los fondos destinados al sector. No en vano, el líder popular catalán, Alejandro Fernández, ha calificado la medida como «el colmo de la ineptitud separatista: sacrifican cerdos para no sacrificar su sueño imposible».
Impacto devastador de la matanza de cerdos
El impacto será devastador. Se estima una pérdida inmediata de 50 millones de euros en carne y piensos, con un efecto dominó en mataderos y exportaciones que podría extenderse a toda España.
En un país donde el campo ya sufre la ofensiva de la agenda 2030, con regulaciones que ahogan la producción y favorecen importaciones chinas, esta decisión acelera el declive de un sector que siempre ha sido el motor de la España profunda, lejos de los despachos barceloneses.
Esto también evidencia que Cataluña merece líderes que defiendan la tierra, no que la arrasen con excusas importadas.








