La Operación destapa pagos a agentes, marinos, soldados y funcionarios marroquíes por una red que combinaba el tráfico de ilegales y el de hachís
La Operación Barquera que desarrolló la Guardia Civil en Ceuta revela una estructura dedicada a introducir inmigrantes desde Marruecos y después trasladarlos a la Península. La organización mantenía a gendarmes marroquíes a sueldo para permitir la llegada de ilegales.
Los investigadores describen una mafia que operaba con distintos apoyos en Marruecos y que incluso valoró un doble negocio. El grupo buscó sumar al tráfico de personas el movimiento de hachís, según recoge la investigación del Instituto Armado.
En las conversaciones intervenidas, recogidas por El Faro de Ceuta, los miembros de la red hablan de pagos que entregaban a gendarmes, pescadores y un funcionario marroquí para facilitar la salida de inmigrantes. El precio variaba en función de la procedencia de cada persona, lo que muestra la estructura económica del entramado.
Las entradas y registros que realizaron a finales de octubre en distintos barrios de Ceuta terminaron con el negocio, aunque las investigaciones continúan y podrían derivar en más detenidos en las próximas semanas.
La jerga de la mafia de ilegales para ocultar sus comunicaciones
Los implicados sabían que la Guardia Civil los vigilaba. Cuidaban sus comunicaciones y usaban códigos. Llamaban “albañiles” a los inmigrantes. “Escúchame, tengo dos albañiles, hermano”, dice un miembro a otro en una de las escuchas realizadas por el Servicio de Información.
El término “cueros” señalaba la documentación falsificada con la que los inmigrantes se hacían pasar por marineros. También utilizaban “pieles” para referirse a este método de camuflaje ante las autoridades españolas durante los pases organizados.
“Ya estamos haciendo sombreros y cueros pagados”, afirman en una de las llamadas, detallando que tenían a los gendarmes comprados. Estas referencias permiten reconstruir cómo operaba la red y qué papel jugaban los agentes marroquíes.
En otra conversación explican que los inmigrantes debían ser “fuertes”, capaces de caminar largas distancias. Exigen que sean personas del campo, acostumbradas a esfuerzos, porque debían atravesar la zona del Biutz y bajar el Monte Musa sin ser detectados.
Los criminales aseguran tener soldados marroquíes comprados
También aseguran disponer de “soldados marroquíes” comprados. Preparaban los pases “temprano para no ser vistos”, estudiando puntos de entrada y lugares de descarga de la “mercancía”, como se referían a los inmigrantes, a quienes indicaban cómo distraer si eran interceptados.
Las quejas surgían incluso por la ropa. Uno de los jóvenes acudió al puerto con un chándal de más de 100 euros, algo que la organización consideró una excentricidad que podía llamar la atención. Ese chico acabó subido a una embarcación recreativa tras permanecer oculto en una vivienda de Poblado Sanidad.
El método consistía en introducir a los inmigrantes en pateras con documentación marinera falsa. Una vez llegaban a tierra, debían destruir esos papeles. La red utilizaba varios puntos de ocultación, hasta tres viviendas, una de ellas en Poblado Sanidad, donde entró la Guardia Civil cuando estalló el operativo.
Pagos en Marruecos y coordinación para sortear controles
Los miembros de la organización explican que los gendarmes marroquíes acompañaban las embarcaciones hasta aguas españolas. No veían motivo de preocupación, porque realizaban “pagos específicos” para evitar controles. “La embarcación de la Marina de los marroquíes no va a estar ahí”, dicen antes de preparar un pase.
Según otra de las conversaciones, “los gendarmes estarán pagados y ellos lo que hacen es perseguir a la embarcación que irá vacía, que no lleva ‘mercancía’, a la otra la dejan pasar”. Así fijaban día y hora para que la patera de pesca tuviera vía libre.
Los investigados confiesan haber hablado con “los rojos”, como llamaban al Marítimo marroquí. Explican que había mucha demanda y muchas personas intentando entrar en Ceuta. Eso elevaba los precios porque debían pagar a mucha gente. “Hay que darles 2.500 euros a los ‘rojos’ y 500 al jefe del puerto”, relata uno de los detenidos.
Temían a la Guardia Civil: ‘¿Los desgraciados esos estarán amarrados?’
El Servicio Marítimo de la Guardia Civil generaba temor en la red. “¿Los desgraciados esos estarán amarrados?”, dicen en otra escucha. La presencia de estas patrulleras era un obstáculo para seguir obteniendo beneficios con el tráfico de personas.
Poco antes de que un operativo marítimo abortara uno de sus pases, pierden el barco y se escucha: “Está saliendo la hija de puta, no sabemos qué rumbo seguirá, está saliendo la guarra, va pitando hacia vosotros. Le pedimos a dios que salga todo bien”.
Los agentes sospechan que la red intentó usar el búnker de Valdeaguas para ocultar inmigrantes. Aunque estos búnker están cerrados, la Guardia Civil considera que la organización pudo emplearlos de manera temporal como infraestructura logística.








