‘Txeroki’ pertenece a la hornada de cabecillas de la banda ‘sin la más mínima preparación intelectual’ que ‘apenas sabían repetir consignas’
El exjefe de la banda terrorista de ultraizquierda separatista, ETA, Garikoitz Aspiazu Rubina (alias ‘Txeroki’), ha obtenido el traslado de la cárcel de Lannemezan (Francia) a la de Martutene, en la ciudad española de San Sebastián.
En principio, el cabecilla de ETA ingresará en Martutene hasta que el la Junta de Tratamiento realice un informe para determinar la situación del presidiario y si se le destina a otra cárcel. Aspiazu nació en Bilbao en 1973 y comenzó su andadura con los pistoleros de ultraizquierda de ETA tras la tregua trampa entre los años 1998 y 1999.
La policía detiene en Francia al asesino separatista ‘Txeroki’ en noviembre de 2008 y este recibe múltiples condenas de Justicia francesa como por la española. En 2011 se le sentencia a 377 años de cárcel por 21 intentos de asesinato y actos terroristas.
El traslado del pistolero, según EP, se hace a instancias de las autoridades francesas, que plantearan el regreso del asesino a España y así lo aceptó la Audiencia Nacional lo aceptó a través de un auto materializado este jueves.
Fanático de escaso intelecto que exigía más asesinatos
El pistolero ‘Txeroki’, recuerda ‘El Correo’ en 2017, pertenecía a una facción de la banda tan fanatizada que su discurso “se basaba en la crítica a los miembros de la cúpula por no matar lo suficiente y por no ser capaces de apretar más a la izquierda abertzale”.
“Un mando de las fuerzas antiterroristas que pudo visitar en los calabozos franceses a jefes etarras cuando eran detenidos recuerda que la generación de ‘Txeroki’ era la de unos dirigentes de la banda ‘sin la más mínima preparación intelectual’ y que ‘apenas sabían repetir consignas’” añade el citado medio.
Sánchez cedió a los separatistas vascos las competencias penitenciarias y acercó terroristas a las cárceles de la región
Se da la circunstancia de que Sánchez pactó el apoyo parlamentario de los separatistas, entre otras cesiones, con el fin de la dispersión de asesinos etarras en cárceles de toda España y la entrega al nacionalismo vasco de las competencias penitenciarias.
Semejante medida ha significado el traslado de terroristas separatistas de extrema izquierda a cárceles vascas (en los tristemente célebres ‘viernes de sangre’) donde reciben sistemáticamente beneficios penitenciarios por parte del gobierno regional.








