Tormenta de desprecio a esta insólita mujer de pelo descuidado, de eructos sonoros y de olor a pis socialista que apesta aquello que toca
En el circo de la televisión pública española, donde el progresismo se pavonea con la canonjía de los presupuestos estatales, Inés Hernand ha coronado su carrera de exabogada reconvertida en presentadora de RTVE con una actuación que roza lo obsceno.
Nacida en 1992, esta millennial de postureo woke saltó a la fama con chistes de TikTok y ahora cobra fortunas por eructar en directo y lamer botas políticas. Su última peripecia, en la academia de Operación Triunfo (OT), ha desatado una tormenta de desprecio en redes. Sí, en esas redes donde miles la tildan de «proetarra» por un discurso que blanquea a la izquierda abertzale, cómplice histórica de los 856 asesinatos de ETA. Además, su imagen de pelo descuidado y eructos sonoros nos recuerdan a pis enfermo de un socialista cutre y acosador de tres al cuarto.
Imaginemos la escena: Hernand irrumpe en OT, el reality musical de Amazon Prime, con un aspecto que parece sacado de una resaca post-fiesta squat. Pelo revuelto como si hubiera dormido en un contenedor, ropa arrugada y un aire de desaliño que grita «soy auténtica, no como vosotros, burgueses«.
Frente a concursantes atónitos, la «humorista» se lanza a una perorata de 48 minutos sobre «tergiversaciones históricas». «Hay mucha tergiversación con ETA«, suelta con esa condescendencia de quien ha leído dos tuits sobre el País Vasco. Y remata: «La izquierda abertzale vasca era pacifista«. ¿Pacifista? ¿La misma que aplaudía atentados, ocultaba etarras y cargaba ataúdes de «compañeros» mientras familias enteras lloraban a sus muertos?
La izquierda PSOE cada vez más proetarra
Es como decir que los nazis eran ecologistas por plantar árboles en Auschwitz. Un insulto directo a las víctimas, que han visto resucitar el fantasma de la banda terrorista en un programa familiar, financiado indirectamente por todos los españoles vía RTVE.
No es la primera vez que esta dama de la izquierda caviar, cuyo olor de progre trasnochada y resacosa rezuma a la distancia, escupe en la sopa nacional.
Recordemos los Goya 2024, en la alfombra roja de RTVE Play, donde cobró 5.000 euros por un show de mal gusto que incluyó eructos en directo –»un eructo me he tirado», confesó sin pudor–, quejas por su vestido ajustado y un peloteo obsceno a Pedro Sánchez. «¡Eres un icono, presi, te queremos!», gritó micrófono en mano, mientras el líder socialista sudaba como un pollo en agosto. Es un detalle que ella misma resaltó en un tono que rozaba lo fetichista, hablando de olores corporales que mejor reservar para intimidades privadas.
El Consejo de Informativos de RTVE la vapuleó: «Tono adulador que no tiene cabida en la televisión pública». Pero, ¿qué esperar de una que equipara la gestión de Ayuso con «matar más que ETA»? Es el Sanchismo puro: propaganda woke disfrazada de entretenimiento.
Defensa pestilente de ETA y Palestina
La ola de comentarios en X es un tsunami de repulsa. «Malditos malnacidos«, tuiteaban gentes de bien, viralizando el vídeo. Herrera en COPE lo resume: «¿Cuál es tu labor, Inés? ¿Blanquear 856 asesinatos?».
Víctimas de ETA y asociaciones como AVT claman por su expulsión de RTVE. Hasta CELCA, contra el antisemitismo, la acusa de desinformación, sumando a su defensa de Palestina en OT un cóctel de prejuicios.
Amenazas de muerte a la proetarra
Hernand, en un comunicado tardío, matiza: «Condeno la violencia terrorista». ¿Tarde? ¿Y el daño? Amenazas de muerte le llueven, pero el verdadero escándalo es que una TV pagada por todos albergue a esta apologist de la barbarie.
España merece mejor que bufones que romantizan el terror por likes. Hernand no es solo un error de casting; es el síntoma de una RTVE capturada por el progresismo más zafio. Y los periodistas bufones de la pública la aplauden en sus redacciones; cobardes que viven amamantados de los impuestos de los españoles, que no dan un palo al agua y que se muestran aduladores con esta putrefacción roja de virutas humeantes a escombro de salón progresista. Es el sello de la despeinada Inés. Amén.








